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Biblia

Lo que la Mano Siembra, el Corazón Cosecha

todaymai 12, 2025 6

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Mis queridos oyentes de AlabanzaFM, aquí en la República Dominicana y dondequiera que la gracia de Dios los alcance en este lunes 12 de mayo de 2025, ¡que la paz y la inspiración divina animen su día! Hoy, deseo compartir con ustedes una historia maravillosa que leí en Facebook, una de esas joyas que, por su sencillez y profundidad, nos recuerda las verdades eternas de nuestra fe y la manera conmovedora en que Dios teje los hilos de nuestras vidas. No podía quedarme en silencio al leer esta historia. Tenía que, sí, reaccionar rápidamente porque me habló directamente.

Hay gestos que, hechos en la sombra, en el anonimato de un instante, llevan consigo una semilla de eternidad. Actos de bondad que quizás creemos insignificantes, o que terminamos por olvidar, pero que Dios, en Su fidelidad, nunca olvida. La historia sobre la que meditaremos juntos es una ilustración vibrante de este principio divino: el bien que sembramos, incluso discretamente, siempre termina por florecer, a menudo de la manera más sorprendente y emotiva.

Imaginen a ese hombre, Silas, reducido a la mendicidad, un nombre olvidado, una figura encorvada en la acera. Y a esa mujer, Helena, hermosa, elegante, una figura de éxito. ¿Quién podría haber adivinado el lazo invisible que los unía? Veinte años antes, cuando ella era solo una joven hambrienta y temblando de frío, Silas, entonces camarero, fue el único que vio su angustia. A escondidas, con sus propias propinas, le ofreció una comida, un gesto de pura humanidad, acompañado de estas palabras: « Hoy invito yo. Pero nunca olvide: continúe. » Un acto de bondad sembrado en secreto, sin esperar nada a cambio.

Este relato, mis hermanos y hermanas, ¿no es una ilustración viva de lo que nos enseña nuestro Señor Yashua en Mateo 6:3-4? « Pero cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu limosna en secreto; y tu Padre 1 que ve en lo secreto te recompensará en público. » 2 Silas sembró en secreto, sin sospechar la cosecha extraordinaria que le esperaba dos décadas más tarde.   

Helena, convertida en directora ejecutiva, nunca olvidó. Regresa, no para dar una simple moneda, sino para ofrecer una invitación, una dignidad restaurada, una nueva oportunidad. Al gerente del restaurante que duda ante la apariencia de Silas, ella le recuerda esta verdad fundamental: « La humanidad no se mide por la apariencia de quienes entran, sino por la forma en que los tratamos cuando salen. » ¡Qué lección para todos nosotros, tan rápidos a veces para juzgar por las apariencias, olvidando que Dios mira el corazón (1 Samuel 16:7)!

El momento en que Helena revela su identidad y el recuerdo de ese acto de bondad es conmovedor. Silas llora, no de miseria, sino de una emoción pura, ante este retorno inesperado del bien que había hecho. Ella le dice: « Hoy, soy yo quien está aquí… para recordar que el bien que hacemos, aunque lo olvidemos, es recordado por Dios. » ¡Qué confirmación de la promesa de Hebreos 6:10: « Porque Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndoles aún. »!

El apóstol Pablo nos exhorta en Gálatas 6:9: « No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos. » Silas quizás solo realizó un acto memorable para Helena, pero fue suficiente. Nunca sabemos qué semilla dará fruto, ni cuándo, ni cómo. Nuestro papel es sembrar con un corazón sincero, practicar la bondad, la compasión, la justicia – esos mismos frutos del Espíritu que testifican nuestra pertenencia a Cristo y nuestra obediencia a Sus mandamientos de amor. Incluso los actos más pequeños, como dar un vaso de agua fría (Mateo 10:42), tienen un valor inestimable a los ojos de Dios.

El guardia municipal, testigo de esta escena, concluye: « Hoy, he visto un milagro. » Y es verdad. Los milagros de Dios a menudo ocurren a través de manos humanas dispuestas a actuar con amor y compasión, respondiendo al impulso divino de hacer el bien.

Oremos, mis hermanos y hermanas: Padre Celestial, Dios de toda bondad y memoria perfecta, ¡Te agradecemos por historias como la de Silas y Helena, que reavivan nuestra fe en Tu justicia y en el poder del amor sembrado! Gracias porque Tú no eres un Dios que olvida el menor acto de compasión hecho en Tu nombre o por simple humanidad. Abre nuestros corazones, Señor, para que estemos siempre dispuestos a sembrar el bien, incluso cuando nadie mira, incluso cuando nos cueste. Danos ojos para ver la angustia oculta, manos rápidas para socorrer, y un espíritu de generosidad que no calcule el retorno. Ayúdanos a tratar a cada persona con la dignidad que Tú le has conferido, mirando más allá de las apariencias. Haz de nosotros instrumentos de Tu gracia, para que otros puedan ver milagros de amor y ser atraídos hacia Ti. En el nombre de Yashua, nuestro modelo perfecto de entrega, Amén.

Mis amados, la moraleja de esta historia es clara: « El bien que siembras, incluso en la sombra, siempre termina floreciendo en la luz. Un pequeño gesto, una mirada humana, puede un día regresar… y cambiar una vida. » Nunca subestimen el alcance de un acto de bondad. En este inicio de semana, estén atentos a las oportunidades que Dios pondrá ante ustedes para manifestar Su amor. Siembren generosamente, con fe, sabiendo que la cosecha pertenece a Dios, y que será hermosa y abundante, aquí en la tierra o en la eternidad. No olviden que cada acto de bondad es una melodía que resuena en el corazón de Dios.

Para prolongar esta reflexión, encuentren artículos inspiradores en www.alabanzafm.do:

  • “La Semilla Secreta: Cuando tus buenas acciones dan un fruto inesperado”
  • “Dios Nunca Olvida: El poder de la memoria divina”
  • “Más Allá de las Apariencias: Ver a Cristo en el más pequeño”

¡Que su semana esté llena de oportunidades para sembrar amor y bondad!

Ludovic REMAN

Écrit par: Ludo

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